Continuamente vivimos pensando en
el futuro, en el que vendrá, preparándonos para crecer, para cumplir
expectativas, las de los demás pero especialmente las nuestras, continuamente
vivimos planeando, añadiendo páginas a un libro que olvidamos, vivimos fuera
del presente sí, y atrapados en un pasado. ¿Qué haremos, que hicimos, que
pasará, que pasó…? Quizás el presente no exista, tan sólo fue un invento de
alguien que no sentía aprecio ni por su pasado ni por su futuro. Quizás ese
alguien sea como yo, quizás no, no suelo aprovechar el presente, suelo vivir en
un día que no es hoy. Lo pasado, y lo
que vendrá, lo pasado y lo que vendrá… No sé lo que vendrá, más no soy muy
optimista al respecto más…
¿Qué
ha pasado? ¿Qué he hecho? ¿Qué he aprendido?
24 Años de Experiencia.
Ya son 24 a la espalda, 24 lastres, 24 que no volverán, 24
“que han pasado”. Es ridículo como a mi edad me siento tan sumamente viejo,
quizás es porque siento que no he aprovechado el tiempo, que hice mal o
simplemente…que podría haberlo hecho mejor. Me arrepiento de muchas más cosas
de las que me siento orgulloso, especialmente de no haber hecho muchas cosas,
de no haberlas hecho de otro modo o de no hacerlas en el momento correcto. Pero no seré tan duro conmigo mismo y me
preguntaré ¿Qué has aprendido Adán?
La cosa más dura que he aprendido
es que te vas a morir, sí, te vas a
morir. Nuestra existencia es temporal, tiene un inicio y tiene fin. ¿Y qué
supone esto? Aprender esto me indujo la obsesión de que debo dejar una huella,
en el mundo, en el recuerdo de los que me rodean y con ello la resignación de
no estar haciéndolo. Aceptar que eres perecedero también te obliga a entender
que el resto también lo son, tu familia, tus amigos y hasta el amor de tu vida…Tendrás
que afrontar esas pérdidas en un momento u otro y esa tensión y miedo se
instalan para nunca irse. Pero no sólo hablamos de las personas si no de las
cosas en sí mismas, las situaciones todo es temporal, por ello dejó de gustarme
“tener cosas”, no me gusta tener cosas que no utilizo, me pesan a la espalda.
He aprendido que no hay mayor prisión que vivir pensando en
qué pensarán, que dirán, que opinarán de tí. A todos nos gusta agradar a
los demás, en un menor o mayor espectro, no quizá a todo el mundo pero sí a
personas que te importan, nadie quiere pasar desapercibido, nadie quiere que le
juzguen… Pero sin más me harté de soportar esta presión, es algo que ahoga, que
asfixia por dentro, que te hace perder toda naturalidad, simplemente si las
personas de las que me rodeo se crean percepciones sobre mí de este modo, me
cierro y ausento, no merece la pena el esfuerzo.
He aprendido que soy realmente inútil en cosas que me
gustan. Me encanta el arte, pero no sé nada de arte, me gusta y me parece
divertido el deporte pero soy realmente patoso e inconstante, me gustan los idiomas
pero se me dan terriblemente mal, me encanta escribir pero no tengo técnica
alguna. Le echo muchas ganas a cosas en las que realmente no soy nada bueno.
Una de las cosas que más me ha costado aprender es que querer
no es poder, pero hay que seguir queriendo para poder vivir. Esto es así,
la vida no es justa. Que te esfuerces
no significa que lo conseguirás, que trabajes no significa que obtengas frutos,
que hagas las cosas bien no significa que el resultado sea bueno. Es duro,
mucho aceptar esto, pero la vida se ha encargado de estampar contra mi cara
esta premisa constantemente, sin embargo no puedes dejar de intentarlo sin más
porque si no quieres no podrás, si no te esfuerzas no obtendrás, si no trabajas
no habrá fruto, más repito…No significa que lo habrá.
He aprendido que lo más difícil y
necesario que he tenido, hago y tendré que hacer es conocerme. ¿Quién eres, qué lugar ocupas en el mundo, cómo eres,
qué quieres, qué haces para obtener las cosas, por qué te comportas de cierto
modo, qué sientes, porqué lo sientes, te gustas, porqué no te gustas, te
entiendes, porqué no te entiendes…? Es muy difícil madurar sin crearte una
identidad y al menos en mi experiencia sé que nunca acabaré de conocerme,
siempre sentiré, haré o diré algo que no cuadra dentro de la identidad que
tengo concebida sobre mí, es muy difícil ser feliz sin conocerte totalmente y
yo soy un completo desconocido.
He aprendido que no siempre hacemos todo lo que pensamos,
a veces hacemos justo lo contrario sin lógica y justificación. Tanto yo, como
aquellos que me rodean ¿Cuántas veces te has arrepentido de algo que ni
siquiera sabes porque has hecho? No todo
tiene un porqué.
He aprendido que en el sexo no hay que poner barreras, es un acto que desata
todo nuestro yo animal, desfoga el alma, el cuerpo, a veces con amor y otras
tan sólo puro deseo. Muerde, besa, araña, lame, toca, grita, susurra,
sorprende, repite, cambia… No existe lo incorrecto siempre que se haga con
respeto.
He aprendido que nadie quiere estar completamente solo.
Somos un animal social, vivimos en sociedad y queremos hacerlo, si alguien se
aparta es simplemente porque no ha conseguido rodearse de las personas
adecuadas. Más no quiere decir que no necesitemos de la soledad, es una amante
que cuando no la tenemos la queremos y cuando está la quieres hacer marchar.
He aprendido que mi inteligencia es inútil, poco de lo
que he aprendido lo he retenido o lo utilizo, ya sea académica, laboral o emocionalmente. Pienso muchísimo y utilizo
realmente poco el fruto de esta intensa tarea, o cuando quiero hacer uso de ella no tengo la capacidad
de expresarla… Mi inteligencia es emocional, no intelectual estrictamente dicha
y eso en esta sociedad no vale para nada, aunque siempre me consideré una
persona tremendamente creativa respecto al pensamiento.
He aprendido que hay mucho imbécil en el mundo,
empezando por tí, hay un imbécil dentro de cada persona. Una inmadurez, una
rabia, una altanería, un ego, una tozudez, la reiteración de un error, una
obsesión, unos prejuicios, una mala experiencia o simplemente un mal día, todos
tenemos algo que en algún momento nos hará ser un completo imbécil. O
aprendemos a sobrellevarlo o no podremos aceptar nunca a nadie.
He aprendido sobre mí, pero
también sobre los demás, así me atrevo a decir que aquellas personas que no lo han pasado mal difícilmente desarrollan
inteligencia emocional. Es necesario sufrir para desarrollarte
emocionalmente, no puedes desarrollar empatía o una mera profundidad emocional
si tú mismo no has sentido algo similar. He conocido a muchas personas mayores
que yo, o académicamente inteligentes
sin conciencia, o que no saben querer, que les dan importancia a cosas que
realmente no la tienen, sin una clara identidad emocional.
He aprendido que en esta vida todos subimos una escalera, pero hay
quienes sudan por cada peldaño y quienes van en escalera mecánica. A lo
largo de tu vida te esforzarás mucho por cosas que otros simplemente obtendrán,
verás como otros desaprovechan oportunidades por las que tu sueñas, ya sea por
suerte, dinero, haber nacido en otra cuna…
He aprendido que no hay peor sentimiento que la apatía,
prefiero mil veces vivir el desamor, la tristeza, la frustración o el enfado
que vivir asentimentalmente. A lo largo de tu vida habrá periodos en los que
seas incapaz de sentirte de modo alguno, reza porque pasen rápido porque es la
sensación más similar a no estar vivo que he tenido nunca.
He aprendido, y esto es muy
importante, que porque hagamos algo bien
eso no nos será devuelto. Nunca hagáis algo pensando en la reciprocidad de
tal hecho, da igual los favores que hagas, lo bien que te portes con una
persona, lo bien que trates al resto, la confianza que otorgues, jamás hagas
algo pensando que el resto debería hacer lo mismo, nadie te obliga a hacerlo,
haz todo de forma altruista sin esperar una respuesta, te evitarás muchas
decepciones.
Finalmente el amor… ¿Cómo iba a dejarlo atrás? Tantas cosas he aprendido sobre
esta magia extraña…. Duele, es un dolor masoquista , en el que nos regocijamos,
del que nos llegamos a enganchar, que no queremos soltar porque sí duele pero… Es
nuestro. Nunca nada os hará sentir mejor que esta emoción, NUNCA, quizás lo vea
así porque soy una persona profundamente romántica y lo que voy a decir va en
contra un poco de mi forma de actuar al respecto, pero ya os lo he dicho antes “no
siempre hacemos lo que pensamos”. Así que ahí va, no idealicéis el amor, yo siempre lo he hecho y sé que lo seguiré
haciendo pero no lo hagáis, no existen medias naranjas, tan solo personas
maravillas con las que compartir, la verdadera receta del amor viene en los
defectos comunes y no en las afinidades. Dura poco, se espera durante mucho
tiempo, y se olvida en mucho más tiempo. Yo personalmente nunca he dejado de
sentir cariño por ninguna de las personas con las que he tenido la fortuna de
sentir algo, por muy mal que acabase.
Bueno digamos que en esto puedo
resumir mi vida, hay muchas dimensiones de cada aspecto aprendido, hay mil
cosas que habrán quedado en el tintero pero sin duda es esto con lo que me
quedo, una colección inacabada de éxitos
y fracasos, no me saben a nuevos los pecados.
He aprendido que no he aprendido absolutamente nada.
¿Y tú que has aprendido?